
Estas bolsas suelen traer varios tipos de lechugas, escarolas, zanahorias e incluso algunas traen manzana rallada, pero ninguna bolsa trae tomate y esa es otra de las razones por las que las compro. Nunca me gustó el tomate en ensalada, ni el tomate crudo, ni siquiera en las hamburguesas.
Cuando hace unos años comenzó el tomate, conseguí digerirlo con grandes esfuerzos porque en un principio tenía una pizca de sal, vinagre y pimienta del humor, pero poco a poco me fueron poniendo el tomate cada vez más crudo y sin menos aderezos que hicieran recordarme que no me gusta el fruto rojo crudo.
Si he de ser sincero nunca me gustaron los chistes, ni el humor de Jorge Javier. Nunca entendí sus chistes malos, como me daban tres patadas en el estómago esos comentario en of sobre las imágenes de famosos.
Pero ya el remate de los tomates es que ahora pretendan convertirse en adalid de la democracia y la libertad de expresión, cuando no ha dejado de ser, sobre todo en la última etapa, más que un programa ramplón que se aprovechaba de las pequeñas y grandes miserias de los demás.
No se que pensarían ahora Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcaide si a sus compañeros periodistas les diera por pasarse horas, días y semanas apostados en sus puertas para que hiciesen declaraciones o que les pararan en aeropuertos y estaciones para que hablaran sobre lo divino y lo humano, porque ya ellos se han convertido en unos famosetes más de panorama español. Seguro que no les hacía ninguna gracia que les persiguieran y les preguntaran por el programa, por la desaparición del mismo y ya que estamos por sus compañías sentimentales, que tiene que ser tan interesante como preguntarle ala Obregón , a la Pantoja o Cayetano, y más cuando ya nos hemos enterado que él ha dado una exclusiva, por amistad dice, a la revista Lecturas.
Al escribir estas letras leo que el pasado viernes el programa Aquí hay tomate congregó en su entierro 3.2 millones de espectadores y un Share del del 25’1%, cosa que no es de extrañar teniendo en cuenta lo que en este país gusta un entierro y que la frase más repetida en cualquier velatorio que se precie es “Que bueno era….”.
Cuando hace unos años comenzó el tomate, conseguí digerirlo con grandes esfuerzos porque en un principio tenía una pizca de sal, vinagre y pimienta del humor, pero poco a poco me fueron poniendo el tomate cada vez más crudo y sin menos aderezos que hicieran recordarme que no me gusta el fruto rojo crudo.
Si he de ser sincero nunca me gustaron los chistes, ni el humor de Jorge Javier. Nunca entendí sus chistes malos, como me daban tres patadas en el estómago esos comentario en of sobre las imágenes de famosos.
Pero ya el remate de los tomates es que ahora pretendan convertirse en adalid de la democracia y la libertad de expresión, cuando no ha dejado de ser, sobre todo en la última etapa, más que un programa ramplón que se aprovechaba de las pequeñas y grandes miserias de los demás.
No se que pensarían ahora Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcaide si a sus compañeros periodistas les diera por pasarse horas, días y semanas apostados en sus puertas para que hiciesen declaraciones o que les pararan en aeropuertos y estaciones para que hablaran sobre lo divino y lo humano, porque ya ellos se han convertido en unos famosetes más de panorama español. Seguro que no les hacía ninguna gracia que les persiguieran y les preguntaran por el programa, por la desaparición del mismo y ya que estamos por sus compañías sentimentales, que tiene que ser tan interesante como preguntarle a
Al escribir estas letras leo que el pasado viernes el programa Aquí hay tomate congregó en su entierro 3.2 millones de espectadores y un Share del del 25’1%, cosa que no es de extrañar teniendo en cuenta lo que en este país gusta un entierro y que la frase más repetida en cualquier velatorio que se precie es “Que bueno era….”.
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