No sé si es el calor, la crisis o el aburrimiento, pero últimamente los anuncios parecen competir por ver cuál consigue cansarnos antes.
Ahí están, por ejemplo, el BBV y el Santander, en una guerra publicitaria sin cuartel. Día y noche, en todas las televisiones, uno diciéndote “vente conmigo”, el otro rogando “no te vayas”. Un auténtico culebrón financiero.
¡Qué pesados! Lo repiten mil veces y al final uno no sabe si cambiar de banco o de canal.
Mientras tanto, los que de verdad sostenemos esos
bancos —los que metemos y sacamos nuestro dinerito— seguimos
pagando comisiones hasta por respirar dentro de la sucursal.
Y
si alguien pensaba que la pesadilla terminaba ahí, llega el anuncio
de los coches milagrosos. Ese que promete decirte cuánto vale tu
coche solo con poner la matrícula. ¡Qué ingenio! Tecleas cuatro
números y, como por arte de magia, te ofrecen 5.000 euros. Ni en los
cuentos de hadas.
El incombustible señor Lobato aparece
sonriente, cada cinco minutos, repitiendo el mensaje con entusiasmo
olímpico.
Redes sociales, televisión, YouTube… No hay escapatoria.
¡Qué pesadez, por Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario