Esta tarde he estado dando una vuelta por la carretera de Chipiona, y la experiencia me va a dar material para unas cuantas críticas durante los próximos dos o tres días, porque, aunque no soy muy aficionado a criticar, esto lo merece.
Fui a un supermercado de la zona —del que no diré el nombre, porque la publicidad hay que pagarla— y me llamó mucho la atención algo que, por desgracia, es bastante común en muchos establecimientos de este tipo: mucho hormigón, mucho hierro, mucho cristal... pero ni una triste planta, ni un mísero arbolito que dé algo de sombra.
Allí lo único que hay es calor, calor y más calor. ¡Madre mía, qué trabajo les costaría plantar aunque fuera un cardo borriquero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario