Artículo publicado por mí en el periódico Sanlúcar Información el pasado sábado día 4 de octubre.
Cuando por curiosidad busco en el
diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la palabra CUTRE, me dice
que tiene dos acepciones diferentes. Una de ellas explica que es un “Pobre,
descuidado, sucio o de mala calidad”. Esa no me preocupa en absoluto porque
serlo no hace daño a nadie y todos los vemos venir, aunque a veces de forma
estúpida los despreciemos por las pintas e incluso lleguemos a alejarnos de
ellos buscando el olor de un perfume más agradable, que al final termina siendo
más falso que un billete de tres euros.
Me preocupa más la otra acepción
de la palabra, la que dice “Tacaño, miserable”, aunque para mí no es ser tacaño
y miserable de huchas de cerditos de los chinos, sino que esta acepción de
cutre es lo peor de lo peor, lo peor que se puede ser, porque encima no se dan
cuenta que con el atesoramiento por el atesoramiento sólo conseguirán ser los
más ricos del cementerio y muchas veces que sus familiares cercanos deseen que
procuren morirse pronto, por lo que puedan pillar.
- ¿Qué porque estas frases?.
La razón es un titular, muchos
titulares que han aparecido estos días en la prensa donde dice que un puñado
grande de personas que eran consejeros, vamos que iban a levantar la mano dos o
tres veces al año, de Caja Madrid tenían una serie de tarjetas de crédito oro,
plata o bronce, con las que participar en las olimpiadas trincamiento, y con
las que hacían gastos que no tenía nada que ver con la razón por la que se la
habían entregado, que tampoco entiendo por qué coño le dieron tarjeta de
ninguna clase a esas personas. Aunque me lo explico al pensar lo que se habrían
llevado los directivos que se las concedieron.
Porque me ha cabreado no mucho,
sino muchísimo, que una serie de señores que ganaban dinero como para estar
forrados, por no hacer nada, utilizaran una tarjeta de crédito para ir al
supermercado, a un restaurante o comprarse un traje caro y cateto. ¿Se puede
ser más cutre?. Como es cutre que toda una infanta de España, o su marido el
estirado de la guita, la utilizara para pagar un cumpleaños, un viaje o un ramo
de flores. ¡Páguelo usted de su bolsillo, carajo!, aunque también dudemos de la
licitud del método utilizado para conseguirlo.
Que una serie de señores que se
suponía que representaban a muchos millones de españoles, que además confiaban
y creían en ellos, terminaran como un vulgar chorizo de poca monta sacando
dinero de una tarjeta que no le correspondía, me parece simplemente repugnante.
- ¿Qué porqué me cabrea y mucho?.
Pues porque eran cargos públicos,
como lo fue el cutre Puyol, y como lo son todos esos politicuchos que
utilizaron y usan el cargo público en donde les pusimos para aprovecharse
medrando o robando, y encima hacen un daño terrible a la democracia, porque
cuando se hace generalizado el “todos son iguales” es muy peligroso, y es mucho
lo que puede perjudicar a la convivencia de los ciudadanos españoles, que ven
desesperanzados como alguno de los que en los que una vez creyeron, eran
simplemente unos chorizos de poca o mucha monta, pero de muchos miles de euros.
Si esos cutres tuvieran
vergüenza, que no la tendrán, lo primero que deberían hacer es devolver hasta
el último céntimo que se han llevado de forma tan cutre y después perderse del
mapa, que no los veamos nunca más y si es posible que pasen un tiempecito en
alguna sombra, que si es pública mucho mejor.
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