Los pequeños reyezuelos que campaban a sus
anchas por todos y cada uno de los pueblos, ciudades y aldeas de ese país, veían
como las arcas de sus feudos se iban llenando de forma facilona, y en algunos
casos hasta sus bolsillos atraían billetes, haciendo que se convirtieran en
nuevos ricos y sus pueblos en jaujas, sin darse cuenta los muy inconscientes que
ni los espacios son algo que se puedan estirar como los chicles, ni las
viviendas son algo que podamos almacenar o guardar para unos momentos mejores.
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